15 mayo, 2012

¿Y si no estoy realmente muerta? (IV)


Observé a través de la enorme cristalera que nos permitía ver la belleza de las galaxias, la misma que había considerado mi lugar favorito en la nave, cómo iban cayendo los blackflies. Uno a uno. Salamandra y Sparks los derribaban sin cesar y, aunque su número era muy superior al nuestro (debían haber al menos veinte naves intentando abordarnos), nosotros teníamos las de ganar.
Pero yo no sabía qué pensar. No sabía si debía alegrarme por estar salvando la vida u horrorizarme por todas las que estábamos sesgando. Me limitaba a mirar cómo morían los pilotos de las naves, mientras todos los demás, personas a las que podía haber llegado a considerar compañeros o amigos, contemplaban impertérritos aquella masacre. Solo en la mirada de Julieta pude detectar la terrible sensación que la embargaba; la misma que me impedía pensar a mí. Los demás apenas reflejaban un atisbo de pena, una milésima de compasión.
En aquel instante, descubrí uno de los secretos del Collapse. Para sobrevivir en aquella nave, debías convertir tu corazón en piedra. Debías olvidar todo resquicio de humanidad, desterrarlo de tu interior. Y, de ese modo, las lágrimas en las mejillas de Julieta parecían la rareza, en lugar de los rostros neutrales y vacíos de todos los demás, lo que era de verdad la monstruosidad.
Cerré los ojos antes de seguir con la mirada la estela de destrucción que dejaba uno de los blackflies al caer. Uno de nuestros Destroyers le había alcanzado en los motores, sin posibilidad de salvación. Caía, perdiéndose en la nada. Y el hombre, una persona como yo, con sentimientos, con familia, con recuerdos, sueños y esperanzas, moriría irremediablemente cuando su nave chocara contra uno de los cuerpos celestes que abundaban en el espacio. La culpa me retorcía las entrañas, las ganas de vomitar parecían haberse asentado en mi estómago.
Dejé caer la cabeza entre mis rodillas y apreté la mandíbula. Esperé. Me quedé sentado, sin decir nada, sin mover ni un músculo, con los párpados firmemente cerrados. Y esperé, deseando que aquello no fuera cierto, que solo fuera una pesadilla en medio de la noche de la cual levantarme escandalizado, pero con la certeza de que no iba a convertirse en mi realidad.
Finalmente, los disparos de los cañones de rayos cesaron. Lo supe cuando sentí una mano en mi hombro y, al levantar la cabeza, vi el rostro serio y triste de Lightning.
-          Quizá sea hora de que vuelvas a casa, Sky – susurró en tono bajo.
Los demás seguían allí, en la sala, pero nadie hablaba. Tampoco me miraban, aunque sabía que todos estaban pendientes de mi reacción. Pero yo ya no sabía cómo tenía que reaccionar; no tenía ni idea de qué hacer. No quería permanecer en la nave, no quería volver a casa. No quería y, a la vez era lo que más deseaba, volver a ver a Salamandra aparecer, sabiendo que ella era la responsable directa de la muerte de tantas personas. Sabiendo que era una mercenaria, una asesina. Ya no estaba seguro de poder mirarla a los ojos y, aún así, no me cabía duda alguna de que seguía suspirando de amor por sus ojos verdes.
Miré a Lightning, buscando en mi atolondrada mente una respuesta. Nada. Las palabras se habían mezclado unas con otras, se habían diluido. ¿Qué iba a hacer ahora que sabía la verdad? De repente, deseé seguir en la ignorancia, no haber descubierto nunca el terrible secreto de la nave ni de sus ocupantes.
Salamandra y Sparks aparecieron en ese momento, descendiendo en la misma plataforma que las había llevado hasta su trabajo de homicidas, con la tranquilidad pintada en el rostro.
-          Empate – decía la rubia, con los labios fruncidos.
-          He ganado, Chispitas. Lo sabes tan bien como yo.
Sparks bufó y puso los ojos en blanco, en un mohín enfurruñado que no podía entender. ¿Cómo podía comportarse así, de esa manera jovial e infantil, justo cuando acaba de destruir tantas vidas? Sabiendo que sus actos detendrían los corazones de todos aquellos que estuvieran dentro de las naves derribadas.
Las lágrimas pugnaron por escapar justo en el momento en el que Salamandra clavó la vista en mí. Por un segundo, casi pude percibir pena en sus ojos, algo similar a la compasión y la empatía. Luego, su gesto se endureció, sus ojos verdes se convirtieron en hielo y crispó los labios.
-          Te lo advertí – le espetó de pronto al capitán. Apretó los labios, con el enfado claramente visible en la mueca. – Debimos decírselo desde el principio. Él no es un miembro de la tripulación; no ha pasado por lo mismo que nosotros. No nos entiende, capitán. Y no lo hará. Para él, somos poco más que monstruos y eso nos pone en peligro.
-          Salamandra – le recriminó en voz baja Thunder.
Él se acercó un poco a ella y la agarró de la muñeca, pero ella se soltó de un tirón. Era la primera vez que la veía tan furiosa, con la rabia brillando en sus pupilas con fiereza. Parecía un dragón a punto de escupir fuego y calcinar a todos los que estuviéramos lo suficiente cerca de ella para molestarla.
-          Tienes razón – suspiró el capitán Winter. – Fue un error.
-          Pues espero que su error no nos cueste la vida, capitán.
Me miró, con la furia llameando a su alrededor como si fuera visible y luego dio media vuelta y se marchó por el pasillo que llevaba a su habitación. Thunder elevó la mano para retenerla, pero volvió a dejarla caer antes de agarrarla, arrepintiéndose de su intención. La observó marchar, con el ceño fruncido.
Luego, me miró. En su gesto no había rabia, solo frustración y una leve confusión que quedaba patente en su ceño fruncido. Esperé que dijera algo, pero, finalmente, negó con la cabeza y se marchó detrás de ella.
Casi como si eso fuera una señal, todos los demás abandonaron la sala poco a poco. Romeo se llevó a Julieta de la mano por el corredor que los llevaba a su habitación compartida, con Sparks a pocos pasos de ellos, que hablaba con Lightning en susurros y con un mohín de enfado. Shadow desapareció en una dirección indefinida, entrando por el pasillo más cercano a su posición. Y solo quedamos el capitán y yo. Él, con su pelo corto y ya lleno de canas y sus ojos azules que siempre parecían tener un matiz triste, se giró para encararme.
-          Salamandra tiene razón. Debí decírtelo. Es tu vida y… entendería que no estuvieras dispuesto a seguir aquí. ¿Quién en su sano juicio lo haría? – la pregunta final apenas la musitó, más para sí mismo que para mí. Se encogió de hombros. – Pero debes entender que no podemos volver, por el momento, a tu planeta de origen. No hasta que las cosas se hayan calmado. Pero, si quieres, podemos dejarte en otro puerto.
-          ¿Y cómo volvería a casa? – susurré, las primeras palabras que musitaba tras descubrir la verdad.
-          Quizá podrías encontrar otra nave con ese rumbo.
Asentí con la cabeza, pero aun no había tomado una decisión. A pesar de la verdad, tampoco quería regresar. Pero no estaba seguro de poder seguir en el Collapse sabiendo que sus tripulantes, mis compañeros de tarea y de comidas, no dudarían en matarme si les creaba problemas.
-          Tengo que pensarlo – respondí a la pregunta no pronunciada del capitán.
-          Avísame cuando hayas decidido.
Volvió a girarse, para mirar la negra oscuridad del exterior, ahora sin enemigos al acecho.
Me levanté del suelo y me marché por uno de los pasillos. En aquel momento, no estaba pensando conscientemente cuál elegir, pero, por inercia, mis pies escogieron el mismo que había tomado Salamandra unos instantes antes. Perdido en mis pensamientos, avancé sin reparar en ese hecho, hasta que oí su voz en una de salas a pocos metros de mí.
Me quedé completamente quieto e, inevitablemente, empecé a escuchar la conversación.
-          Simplemente, no me gusta esto. Él no está condenado, como nosotros.
-          Ha habido otros como él antes. O se van o se vuelven uno más. Y nunca te habías puesto así. – Era la voz grave de Thunder. Parecían estar discutiendo, aunque no se apreciaba una excesiva intensidad en la voz de ninguno. Quizá era que eran menos monótonas de lo usual.
Me aproximé sin hacer ruido alguno y miré a través de la rendija de la puerta entreabierta. Era una de las salas vacías que algunas veces se usaban para jugar a las cartas o pasar el rato. Salamandra miraba a Thunder con la mandíbula apretada, mientras él permanecía frente a ella, recostado en la pared.
-          No es lo mismo. Nos acabará traicionando. Nos matará. – Su voz se elevó ligeramente, una muestra de emociones que jamás habría imaginado en ella.
-          ¿Por qué? – Thunder se alejó de la pared y se situó a escasos centímetros de ella. Medía al menos cinco centímetros más que Salamandra.
-          ¡Porque es un peligro! Nunca debimos dejar que se quedara en la nave.
-          ¿Por qué te comportas así? – le preguntó él de pronto. Había bajado el volumen hasta apenas un suave murmullo, muy íntimo y personal. De pronto, agachó la cabeza hasta que sus frentes quedaron apoyadas la una en la otra, su rostro a escasos centímetros. - ¿A qué estás jugando, Salamandra?
Ella desvió la vista hasta el suelo y se mantuvo en silencio medio minuto, que se me hizo eterno.
-          No lo sé, Thunder.
Él se acercó aun más a ella. Sus labios se posaron sobre los de Salamandra, acariciándola con cuidado, mientras exhalaba despacio.
Esperé que Salamandra levantara la mano y le abofeteara. Que le gritara por su atrevimiento y le dejara en el suelo, humillado. Y esperé en vano.
Ella cerró los ojos y entrelazó las manos tras el cuello de Thunder. Aproximó aun más su cuerpo al de él, mientras las manos de Thunder descendían por su espalda hasta llegar al final. La agarró con fuerza y la elevó del suelo, a la vez que ella rodeaba su cintura con sus largas piernas. La melena pelirroja le tapaba el rostro.
Thunder, sin dejar de besarla, la puso sobre una de las mesas de la sala y ella introdujo las manos dentro de su camisa, buscando el calor de su cuerpo.
Como un muñeco sin cuerda, me quedé contemplando la escena, atónito. Mis músculos no reaccionaban, con mi cerebro colapsado, los brazos cayendo flojos a ambos lados y las lágrimas a punto de resbalar por mis mejillas. Mi corazón no cesaba de desgarrase una y otra vez, con cada uno de los besos que Thunder depositaba en los labios de Salamandra, en su cuello…
Justo cuando las manos de él buscaban el botón de la cinturilla de los pantalones de ella, una mano surgida de la nada cerró la puerta. Tan desesperado como me sentía, con el corazón martilleando alocadamente en mis oídos, no me enteré de que había alguien a mi lado hasta que fue demasiado tarde.
Solo en aquel momento pude reaccionar al fin. Me giré, para encontrarme con Lightning observando con la angustia pintada en su mirada y la pena. Por mí. Parpadeé varias veces, intentando que mi cerebro volviera a funcionar. Pero en mi mente solo veía una y otra vez las manos de Thunder buscando el cuerpo de Salamandra y a ella aceptando sus roces, sus besos. Clavada en mi cerebro, se repetía una y otra vez la forma en la que ella había rodeado su cintura con las piernas.
-          Sky – susurró mi compañero de habitación.
Antes de que pudiera decir nada más, eché a correr, sin ni siquiera fijar un rumbo.

Sorpresa. ¿A que eso no te lo esperabas? Al final, Salamandra tiene más secretos de los que puede seguir ocultando.
Like we used to. Una mera melodía de fondo.

2 comentarios:

  1. ((*****BOOM*****))
    Su..agm@~$**al!!!!!!!! Ò_Ó

    Que calladito te tenías este "pequeño" detalle de Salamandra y Thunder...¿eh ? T.T

    No,no...no puede ser, dime que no por favor, dime que te dieron un golpe en la cabeza o algo o qué demonios has fumado...
    ...Menuda sorpresita, híper ultra mega súper sorpresón...
    ¡Puto Thunder de mierda! ¡Maldita sea! ¿Por qué? Joder,duele y lo sabes, ha dolido, y no solo a Sky, a mí también, mi reacción mientras leía pudo ser incluso peor que la de él, a mi me entraron instintos asesinos...hacia tí,sí...
    No odio a Salamandra, no ha hecho nada malo, al que odio y jamás de los jamases perdonaré será al maldito desgraciado de Thunder, que cabrón que es el tío este...¬_¬
    ¿Sabes que esto vas a tener que explicarlo o algo,verdad? Esto no puede quedar así...
    Sky está acabado y Salamandra...no creo que esté ...e-m-ada *cof cof*...en fin...vaya con Salamandra...
    A pesar de que diga todo esto he de decir que este fragmento de "colápsame el alma (me encanta *,..,*)" ha sido el más impactante, el mas bestial y sorprendente, es...fuah, es perfecto, me has dejado completamente KO...me encanta,jodidamente perfecto ♥
    No me voy a poder quitar a Thunder de la cabeza...

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  2. Puta..si ella, y tú
    pero ahora, sabes? ME LO IMAGINABA! já ahora que eh? he leido, al igual que tu, demasiadas novelas romanticas xD Cuando el se fue tras ella me lo imagine xD

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