12 febrero, 2012

Hold me down.

   -    ¿Sabes? A veces me cuesta muchísimo simular que soy normal. Sobre todo cuando paso tanto tiempo apartada, encerrada entre las cuatro paredes de mi casa observando el blanco inmaculado del techo, con la gata recostada sobre mi estómago. Porque, en esos momentos, pienso y pienso y desato todo lo que normalmente guardo escondido en recovecos de mí, para que no aflore a la superficie cuando intento ser normal.
   >> Entonces, recibo tu llamada y me obligas a ducharme. La mayor parte de las veces, cuando oigo tu voz ordenándome que me desnude y me meta debajo del agua helada de la ducha, ya he perdido la cuenta de los días que llevo sin moverme. A veces me olvido de comer y me quedo allí, sola, en mi cama, metida en mi propia vorágine de pensamientos y el mundo deja de importarme. Bueno, para ser sincera, el mundo nunca me importa demasiado, solo pequeños fragmentos de él. Como la anciana que vive encima de mi piso, la que siempre me baja albóndigas los viernes a mediodía. Y Yuki, por supuesto. ¿Qué haría sin mi gatita blanca de ojos miel? Y tú. Pero, aparte de eso, nada más. Muchas de las ocasiones, ni siquiera yo.
   Corinne siempre divagaba cuando empezaba a hablar. Siempre, sin excepción. Su boca se abría, la frase que decía tenía un sentido, pero la siguiente ya no. No había cohesión ni coherencia. A mí me gustaba, por eso siempre volvía a llamarla cuando pasaba mucho tiempo sin verla. Porque era como una medicina que necesitaba tomar una vez cada cierto tiempo, una vitamina que siempre me daba fuerzas para seguir luchando contra la corriente: su dulce voz, infantil e ingenua, divagando.
   -    ¿Qué decía? – me miró a los ojos al hacer la pregunta, pero su mirada nunca permanecía quieta en el mismo lugar más de unos instantes. La desvió hacia el mar antes de seguir. - ¡Ah, sí! Pues eso, que me visto, me peino y me maquillo y te espero en la calle Veintidós. Entonces, me doy cuenta de que, en realidad, todo sigue igual, pero yo lo percibo de forma distinta. No me molesta el frío, no siento la necesidad de darle los buenos días a la panadera y la sonrisa se me escurre entre los pómulos. No sé, será que, en el fondo, soy una antisocial y que tú eres el único que consigue adaptarme a la realidad. O me quedaría encerrada para siempre en casa, muriéndome de hambre sin recordarlo.
   Bebí un trago de la Coca-cola que llevaba media hora sosteniendo entre mis manos heladas y la observé con atención. Era preciosa. Tenía un halo etéreo, que me hacía pensar en ninfas y magia.
   -    ¿Y por qué no sales a la calle más a menudo?
   -    ¿Para qué? – Se encogió de hombros. – No he encontrado fuera de mi puerta nada más interesante de lo que tengo dentro. Y si, como consecuencia, tengo que ser una antisocial un par de semanas al mes y olvidarme de darle una propina al repartidor de pizzas, pues creo que es un precio justo. Aunque me mire mal.
   -    Seguro que escupe en tu pizza antes de entregártela.
   -    Al menos, tendrá un sabor especial  - dijo ella, riéndose. – En serio, Tom, eres el único que me hace encajar en… todo esto – hizo un gesto con las manos, abarcando la inmensidad de nuestra ciudad. – Siempre sabes hacerme salir a flote, por muy profundamente que me haya hundido. Y creo que nunca te he dado las gracias por ello.
   -    No es necesario.  – Dejé la Coca-cola en el banco donde estaba sentado y me puse de pie a su lado. Ella estiró sus pequeños brazos pálidos, que parecían no haber visto nunca la luz del sol, hacia mí y yo la acogí en el hueco de mi pecho, encerrándola fuerte para protegerla del mundo. – Siempre podrás contar conmigo, Corinne.
   Era distinta, siempre lo habíamos sabido. Pero eso no significa que la quisiera ni un ápice menos. Porque, al fin y al cabo, era mi hermanita pequeña, la de la voz ingenua, la mirada perdida, la sonrisa fácil, las pecas en la nariz y los abrazos acogedores.

  No podría contar la cantidad de veces que me siento así, que me paso tanto tiempo dentro de mi mente que luego no recuerdo cómo volver a integrarme en la realidad. Este texto tiene una parte de mí un poco más grande de lo normal, porque a veces pierdo la noción del tiempo tumbada en mi cama con mi perra a mi lado. Y porque siempre he querido tener un hermano mayor que me saque de la cama y me dé abrazos al lado del mar. Hoy no ha sido un buen sábado, supongo.
   Canción de hoy: Superman No tiene nada especial, pero hoy nada lo tiene.

6 comentarios:

  1. ¿Cómo se llama? La perra,digo. Es para ir preparando....digo,por pura curiosidad.
    aaawww >w< la gata se llama Yuki!! Yuki-chan como mi teru teru bouzo xDD
    Me he sentido un poco identificada.Sobre lo de tener un hermano mayor,yo tambien lo he querido,pero me tendré que conformar con la mía u.u

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  2. Jajajajjjajajaja Mi Wendy >-< No podrás hacerle nada, enamora a todo el mundo xD Es toda kawaii *w*
    Yuki porque es blanca como la nieve :D
    Jajajajajajaa seguro que tu hermana es un sol xD

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  3. ostras es verdad,el nombre ya me lo habias dicho. a mi seguro que no me enamorara
    un sol? si es 5 veces peor que yo xD a Yaiza le da miedo mi hermana e_e

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  4. jaajajajjajaaja ya verás, ella es todo amor *w* aunque a mí me desquicia ewe
    jajajajajajajajaja me encantaría conocerla :D

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  5. Te regalo a mi hermano si quieres U_U

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  6. Jajajajajaajajajaja Pero es que ahora ya es mayor y yo creo que no me querria :(

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