11 febrero, 2012

La vida duele un poco menos con la nicotina en mis alvéolos.

   Me miró con ese puto gesto altanero que tanto odiaba y que parecía utilizar cada vez que hablaba conmigo, como si quisiera restregarme su cordura. Como si yo tuviera la culpa de que la incoherencia hubiera invadido mis sentidos y mis pensamientos.
   -    ¿Que si me gustaría desaparecer? – repetí la pregunta, sílaba por sílaba, sin saber qué responder.
   -    Eso he dicho – repitió con tranquilidad. Eso también me reventaba de su comportamiento. Su aparente incapacidad de sentir reacciones fuertes o su increíble capacidad para controlarlas. Daba igual, el resultado era el mismo.
   Necesitaba fumar. Sentía la falta de nicotina, mis pulmones clamando por una inhalada del maravilloso humo de la muerte. Sin un cigarrillo entre los dedos, se hacía más duro contener aquellos instintos psicópatas que me susurraban al oído que el asesinato tampoco era tan mala opción.
   Él seguía con la vista clavada en mí, evaluándome, analizándome, decidiendo si estaba tan jodidamente loca como parecía. Si era necesario internarme en un psiquiátrico. Si tendía hacia la auto-destrucción. Si era un peligro social.
   No sé cuántas cosas pasarían por su cabeza mientras me observaba con sus ojos de águila, que parecían escrutarme el alma. Solo quería que parara, que me dejara de hacer sentir tan pequeña que cualquiera pudiera pisotearme.
   - Supongo… supongo que sí -  barboté la verdad antes de pararme a pensarla, pero era el influjo de sus ojos negros en mí, que me impelían a ser sincera, que me prometían captar todas mis mentiras.
   -    ¿Por qué? – su tono neutro. Eso también me hacía estallar la cabeza y me aceleraba las pulsaciones.
   Había días en los que no podía evitar pensar que se comportaba así precisamente para llevarme hasta el límite, que me obligaba a no fumar para que mis nervios estuvieran a flor de piel y cualquier de sus palabras pudiera obligarme a estallar. Quería probarme, averiguar el daño que podían correr aquellos de mi entorno en caso de que me enfadara. Y, joder, yo necesitaba el tabaco.
   -    Porque… no lo sé. Porque no me quedan razones para seguir luchando. Porque todo lo que me anclaba a este mundo se ha evaporado con el paso de las estaciones y la necesidad de sujetarme a la cordura se ha desvanecido junto con las personas que me impelían a ello. Estoy sola. Terriblemente sola. No tengo familia, ni amigos. No tengo compañeros de trabajo. Ni trabajo. Solo me queda el tabaco, la nicotina que espero que me destruya poco a poco. Porque soy una cobarde, porque no me atrevo a quitarme la vida y me autodestruyo poco a poco, para aliviar un poco el sufrimiento permanente que sé que sufriré en su falta. Porque lo echo de menos y sé, joder, sé demasiado bien que no volverá. – Apreté la mandíbula con fuerza y me obligué a no llorar, porque no permitiría que un hombre extraño, un psicoanalista de poca monta que trabajaba para el estado, viera todo la vulnerabilidad y el miedo que había enterrado en mi interior bajo capas de autodesprecio y culpa.
   -    ¿Quién no volverá, Sue? – preguntó él con condescendencia, aunque sabía demasiado bien la respuesta. Contaba en mi historial, por eso me habían remitido a su consulta. Pero sabía por qué quería que lo dijera yo. Que aquellas palabras salieran de mis labios sería admitir de algún modo todo el dolor, sería admitir su pérdida.
   Me había resistido hasta entonces. Me había negado a pronunciar su nombre y a regodearme en su recuerdo, con todo el sufrimiento que eso conllevaba. Pero estaba cansada, harta de luchar contra el mundo solo con la fuerza de mis brazos. Y necesitaba fumar.
   -    A él. A mi Charlie. Mi bebé. – Me abracé a mí misma, intentando contener el dolor que amenazaba con hacer que me estallara el pecho. - ¿Por qué? – susurré, perdiendo la capacidad de controlar mis palabras. Vomité todo lo que llevaba revolviéndome el cerebro desde hacía tanto tiempo: - ¡Él no le había hecho daño a nadie! ¡Era un niño! Era un niño. No tenía derecho. Dios no tenía derecho a darle un puto tumor cerebral, no tenía derecho a hacerlo sufrir. No tenía derecho a arrebatarlo de mis manos antes de mis brazos se amoldaran a su forma. Era demasiado pronto. Demasiado pronto. – Las lágrimas se desbordaron y ya no pude contener su recorrido por mis mejillas.
   Ya no me importaba que él me viera. Ya no me importaba ir al Infierno ni haber perdido la fe en Dios y en mí. Ya no me importaba no tener un trabajo al que ir, ni tener un sueldo con el que comprarme la comida. Ya no me importaba morir. Porque él no estaba, porque había muerto por una enfermedad incurable, porque mi corazón se había roto cuando el suyo se detuvo. Porque, joder, solo era un niño de siete años.
   Sentí la mano de aquel hombre trajeado en mi hombro. Levanté la vista, esperando ver sus ojos vacíos, tan huecos como el resto de ocasiones. Pero había compasión y pena en ellos en esta ocasión.
   Me tendía un cigarrillo. Lo tomé entre mis dedos y él lo encendió antes de que pudiera pedírselo. Y fumé.
   Con la nicotina directamente inyectada en mis alvéolos, el mundo era un poco menos duro. Sabiendo que aquel cigarrillo lograría acortar mi vida, me sentía un poco más feliz. Inhalé con fuerza el humo y lo expulsé por la nariz, con los ojos cerrados para retener el dolor tras mis párpados. 

   Un cambio en la temática. Los cambios no siempre son agradables. Algunas veces son brutales. 
   Estoy tan estresada con los exámenes que ya no me queda ni imaginación para escribir algo que valga la pena. Pero supongo que, hasta que las musas vuelvan, podréis conformaros con esto. Lo siento, prometo que algún día, volveré.

8 comentarios:

  1. En esta ocasión este cambio ha sido espléndido,ha sido tan realista y cruel pero tan hermoso a la vez.
    Esperaré su (sí,ahora debo tratarte como Vd.,como mínimo,porque si yo fuera geocentrista vd. sería la Tierra y yo un mero astro diminuto abandonado a su suerte en mitad del inmenso universo) próxima historia y espero que algún día consigas la inmortalidad para que siempre continúes escribiendo y tus textos queden grabados en la historia de la humanidad y aunque el Sol se trague la Tierra y todos los demás planetas dentro de 5000 millones de años quedará constancia de que exististe y fuiste un Homo Sapiens Sapiens especial.

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  2. Jajajajajajajajaja Ni se te ocurra tratarme de usted! xD sigo creyendo que exgeras, que no soy tan excepcional... Pero no me importaria ser inmortal *-*
    Me ha encantado esa parte final de astronomia. Preciosa. Seguro que tú también podrías escribir buenas historias en un blog ^^

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  3. Me voy a picar con Irene a ver que es eso de dejarte comentarios más molones que los míos :(
    Me ha gustado el cambio, al principio pensé que se trataba de lo típico de un mal de amores, pero me has sorprendido, una vez más ^^
    Te sigues escapando de tu muerte...

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  4. no puedo,me es imposible, la palabra "usted" es una fórmula de cortesía, un símbolo de respeto, y eso es lo que tengo ahora mismo por usted. Ante usted,ante su capacidad de transmitir cualquier cosa con la palabra,ante su capacidad asombrosa de crear,me inclino ante usted,chapeau!! Bueno,he de decir que hoy he usado la palabra usted más veces que en el resto de mi vida ewe. Tambien tengo que decir que,sí,podría escribir buenas historias pero prefiero,como he hecho siempre,guárdarmelas para mí misma.
    jajaja,no te piques,Ireth ^^ creo que no he leido comentarios tuyos por aquí,pero seguro que todos los tuyos juntos molan más que el único mio

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  5. Jajajajajajaja Martuzki, te superó y ambas lo sabemos xD.
    Te aseguro que no, el tuyo fue fucking God, ella siempre pone "me gusta" y "te voy a matar por no escribirlo con un final cerrado" . xDDDD
    Y, de nuevo, nada de usted, avisada quedas ¬¬ Que me sentiria muy formal y no me gusta xD Y, si algun dia te animas a escribir, ya sabes a quien tienes que pasarselo si o si (a mi, a mi, a mi).

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  6. ahora me siento...en fin,me siento bien,lo dejaré ahí.
    A escribir en plan como vd. lo dudo mucho,ya le digo, mis historias "mentales" son muy "crueles" hacia mí misma,pero me gusta sentirme así. Le pasaría una cosa, pero no será de su estilo,e incluso para vd. será aburrido y al lado del suyo se queda en nada,en una flor que no consiguió florecer.

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  7. Mira la tía esta, despreciándome, pues ahora no te leo más, a ver quien es la que ha leído toooooooooooooooodas tus historias

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  8. No te desprecio y sabes que no podria agradecrte mas que me leas, pero siempre te pido comentarios mas extensos D:
    ¬¬ No seas tonta, Irene, estoy segura de que eres bastante buena.

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