20 febrero, 2012

Oh, it's what you do to me/ La locura también se llama amor.

   Dejé el paraguas de cualquier manera delante de la puerta y, una vez dentro del minúsculo piso, tiré las llaves al cuenco de cristal sobre la mesa del recibidor, mientras arrastraba el corazón, que llevaba adherido a mis pies y pesaba como una vida vacía.
   Me paré un momento en medio dela sala y apreté los puños con fuerza, maldiciéndome en mi fuero interno.
   Parker me esperaba en el salón, observando sin interés la caja tonta, en la que emitían una serie cómica con falsas risas enlatadas y situaciones absurdas. Me miró nada más oírme entrar y enarcó una ceja con curiosidad.
   -    Supongo que no ha ido bien – dijo en forma de saludo.
   Me dejé caer a su lado en el sofá marrón que no pegaba con el color de la pared. Ni con el resto del mobiliario. Era nuestro piso de estudiantes, descolorido, mal conjuntado, desordenado y sucio. Nuestro hogar.
   Eché la cabeza hacia atrás y la apoyé en la fría pared, mientras apretaba con fuerza los ojos para borrar de mi memoria sus ojos azules atónitos. Y, luego, por alguna razón, enfadados.
   -    Qué va. Diría que no se lo tomó bien.
   Parker desconectó el sonido y se acomodó para oír la historia que sabía que yo estaba ansioso por contarle. Inspiré profundamente, preparado para dejar salir todo lo que había pasado, en un vago intento por comprender mi situación.
   -    Fui a buscarla. Estaba en el parque, con algunos amigos y… él – pronuncié la palabra con un desprecio casi palpable. Apreté la mandíbula. – Ese capullo. Su novio. Le dije que tenía que hablar con ella; me acompañó hasta un banco apartado donde pudiéramos estar a solas.
   -    ¿Y entonces? – Parker vivía enganchado a los culebrones y aquello, mi vida actual, era casi tan interesante como uno.
   -    La miré a los ojos y se lo solté de golpe. Le dije que la quería. Le dije que no podía dejar que estuviese con ese gilipollas cuando somos la pareja perfecta. Le dije que no podía seguir soportando verla así, porque necesitaba estar con ella todos los segundos del día y despertarme a su lado. Le dije que me eligiera a mí, que estaba completamente enamorado de ella, de su risa y del modo en el que me fastidia cada vez que puede.
   -    ¿Y qué contestó? – miré a mi compañero de piso de reojo y pude comprobar que estaba a punto de dar saltos de emoción en el sofá.
   -    Nada – exhalé todo el dióxido de carbono en esa palabra, acompañado del dolor que me comprimía por dentro. – No dijo nada. Se quedó mirándome allí, al menos dos minutos, en silencio. Negó con la cabeza, abrió la boca, la cerró, se levantó y se largó corriendo. Y me quedé sentado solo en el banco como un idiota que acaba de confesarle sus sentimientos al aire – se me quebró la voz irremediablemente. Tenía dentro tantos sentimientos que sentía que me iba a explotar el pecho y la cabeza del dolor. Era frustración, rabia. Rabia hacia ella por no decirme que me quería también, rabia hacia mí por haber esperado demasiado para confesarlo todo, rabia hacia el tío que me la había arrebatado. Impotencia.
   -    Vaya – y eso fue todo lo que se le ocurrió decir.
   Nos quedamos en silencio, yo con los ojos cerrados y él mirándome preocupado, casi como si temiera que rompiera a llorar de pronto. Pero no tenía ganas de derramar lágrimas, porque sabía que eso no aliviaría ni una pizca de lo que sentía. Quería gritar, romperme los pulmones chillando su nombre. Karen.
   -    ¿Y qué piensas hacer? – me preguntó de repente.
   -    No lo sé. Lo único que tengo claro es que la quie… - mis palabras fueron cortadas por el insistente sonido del timbre. Una, dos veces. Pausa. Tres toques más, muy rápidos, desesperados.
   Crucé una mirada con Parker y me decidí a abrir la puerta, puesto que mi compañero de piso no dio señas de levantarse del sillón, donde seguía cómodamente repantigado.
   No miré por la mirilla. No sé por qué no lo hice. Estaba demasiado absorto en mis problemas y en mis lamentaciones para hacer algo tan trivial, algo que nos recuerdan siempre nuestros padres: mira antes de abrir.
   Mi sorpresa fue mayúscula cuando la vi. Tenía el pelo largo y oscuro pegado al cuerpo, totalmente empapado por la lluvia que arreciaba fuera, al igual que su ropa. No llevaba paraguas, ni bolso. Estaba doblada sobre sí misma, con las manos en las rodillas y jadeando en un intento de recobrar el aliento.
   De pronto, levantó la vista hacia mí y clavó sus iris, perennemente desafiantes, en los míos. Y así fue como supe que a Karen se le había pasado toda la sorpresa y venía dispuesta a darme guerra. E, inevitablemente, sonreí.
   -    ¿Quién te crees que eres? – chilló sin más. No hubo preliminares, no empezó con un tono razonable. - ¿Quién coño te crees que eres para venir y poner mi vida patas arriba, Lucas?
   Parpadeé varias veces, desconcertado ante tales preguntas. Ella parecía esperar una respuesta, pero no sabía que decirle.
   -    Perdón – opté por murmurar finalmente.
   -    ¡¿Perdón?! Vaya disculpa. – Se detuvo un instante y bajó la vista a sus pies. – Llevo cinco años totalmente enamorada de ti. 
   El golpe de sus palabras me hizo soltar el aire de golpe, del mismo modo que si alguien me hubiera pegado un puñetazo en las costillas. Karen volvió a clavar sus pupilas en las mías, afrontando las consecuencias de su revelación y plantándole cara a la vergüenza.
   -    Cinco años pasan despacio. Y tú nunca, jamás, mostraste el mínimo interés por mí. Yo siempre estaba ahí, dispuesta a ayudarte. ¿Crees que las chicas de verdad somos tan disponibles? Pero para ti yo quería serlo. Me esforcé, te lancé medio millón de indirectas. Pero tú nunca decías nada, nunca reaccionabas. – Se detuvo y cerró los ojos con fuerza. – Nunca me besaste, como deseaba que hicieras cada instante. Así que me convencí, me aseguré a mí misma que nunca lo harías. Que tú y yo no teníamos futuro, que éramos una probabilidad de 0. Tardé cinco putos años, Lucas. Y ahora, justo ahora que me he decidido a pasar página, a estar con otro y olvidarme de lo mucho que te quiero, me confiesas que tú también estás enamorado de mí. ¿Quién te crees que eres para decírmelo ahora? – apretó los puños con toda la rabia que la desbordaba desde dentro.
   La observé fijamente. Estaba tan preciosa como siempre, con el pelo desordenado tapándole partes del rostro, los iris azules brillantes, la ropa húmeda pegada al cuerpo y sus sensuales labios pidiendo a gritos un beso que yo sabía que no debía darle.
   -    No lo sabía, Karen. Yo también me convencí de que éramos una imposibilidad, pero cuando te vi con ese gilipollas no pude soportarlo. Tenía que decirte la verdad, tenía que asegurarme de que lo elegías a él.
   -    Y ahora me dejas en medio de una encrucijada. – Negó con la cabeza con impotencia y leí en su mirada cuál iba a ser su respuesta. Y que no me elegía a mí.
   Se dio la vuelta y dio dos pasos. Empezaba a cerrar la puerta cuando oí de nuevo su voz, esta vez como un suave murmullo.
   -    ¿Sabes qué es lo peor? Que estoy completamente loca. Porque, aun ahora, aun siendo tan gilipollas como eres y yo tan tozuda, estaría más que dispuesta a mandarlo todo a la mierda, a mandar al mundo a tomar por culo. Porque, joder, te sigo queriendo. – Se dio la vuelta y me miró con fijeza a la cara. – Llevo cinco años convenciéndome de que no tengo ninguna posibilidad contigo, de que nunca seremos compatibles, de que tú te enamorarías tarde o temprano… de otra. Pero siempre supe, mientras intentaba aplastar mis sentimientos, borrar tu nombre de mis pensamientos y obligarme a olvidarte, que no podría dejar de amarte ni aunque pasaran mil años. Que solo te querría a ti. Eso es lo peor. Que sé demasiado bien que solo podré ser feliz contigo. Y, aun peor que eso, es que todavía deseo con toda la fuerza de mi alma que me beses de una maldita vez.
   Nos miramos fijamente a los ojos una décima de segundo más, antes de que avanzara los tres pasos que me separaban de ella en el tiempo que dura un suspiro y la abrazara con fuerza, mientras enganchaba mis labios en los suyos. Sentí su pelo mojado contra mis dedos inquisidores y las curvas de su cuerpo contra el mío. Sus manos aferradas a mis hombros desde atrás, mientras sus uñas se clavan ligeramente en mi piel. No era de un modo doloroso, era de un modo que quería decir que era suyo. O quizá yo fuera masoquista y eso me gustara.
   Karen sabía a vida. Llevaba seis años, desde la primera vez que la vi sentada en la cafetería de la universidad, un año antes de atreverme a “conocerla por casualidad”, imaginándome a qué sabría su boca. Por fin lo había descubierto. Tenía un suave gusto a fresas mezcladas con chocolate y a azúcar, a lluvia, a pasión, a sueños cumplidos.
   Me separé de ella un instante para ahogarme en la inmensidad de sus ojos como me gustaba hacer. Sonreí mientras le recorría el rostro desde la mejilla hasta el cuello con la palma de la mano.
   -    Debo de estar loca – susurró ella con su nariz apoyada en mi mejilla.
   -    Y yo. Tú me has vuelto loco. Pero no me importa. Nunca me ha gustado la cordura – le susurré las últimas palabras al oído, las mismas que ella me solía decir cuando íbamos a beber por las noches.
   Su risa me hizo vibrar de arriba abajo. Volví a besarla con suavidad, saboreando el momento de tenerla entre mis brazos.
   -    ¡Lo sabía!
   Tanto Karen como yo nos giramos a la vez, para ver a Parker aplaudiendo en la puerta de nuestro piso. Y ninguno de los dos pudimos contener la risa.




    Debo una disculpa. O dos, no estoy segura. Primero que nada, siento haber tardado tanto en actualizar. Prometí hacerlo el viernes por la noche y ya estamos a lunes (aunque es muy temprano). Y, después, que sé que esta entrada no está a la altura. Lo sé. Pero quería escribir algo con un final feliz, porque últimamente tengo la sensación de que no existen. Y eso me ha hecho sentir como una mierda desde hace tiempo. Si en la realidad no tienen lugar, al menos que en la ficción, en mi blog, algún personaje (aunque sea inventado) pueda ser feliz. Espero que, aunque no sea tan bueno, sirva para entretener y que haga sonreír. No pido más hoy.
   La canción que da nombre a esta entrada es Hey there Delilah que es un verdadero amor de canción. Me transmite sentimientos de larga distancia, de estos que ni siquiera los kilómetros pueden romper. Si te apetece, échale un vistazo a la letra. A mí ya me tiene enamorada.
   De nuevo, lo siento. Pero supongo que menos es nada :).

4 comentarios:

  1. Me uno a Parker para aplaudir.Ha sido precioso.No me has decepcionado,para nada.
    No ha estado nada mal esta historia amorosa,me encanta,es genial,ya no me acordaba como me sentía cuando veia un buen final.
    Y otra vez,tengo que decirte que me encanta como manejas las palabras.Enhorabuena,me has hecho sonreir.
    Por cierto,nunca te lo he dicho,pero me encanta la frase: del caos nacen las estrellas. Si la piesas bien,en profundidad,tiene muchísimos sentidos (ninguno perverso).
    Otra cosa,¿por que no pones las canciones subtituladas? Tú las entenderas,pero yo por lo menos, me quedo corta a veces para traducirmelas mentalmente

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    1. ¿Te gusta? ¿En serio *____*? Ains, me hace ilusion, porque entre que no me quedo tan bien como quería y que a ti no te gustan este tipo de historia, pensaba que no te iba a gustar nada de nada:/
      La frase es de Charles Chaplin, y completa es: "No debemos tener miedo de confrontarnos, hasta los planetas chocan y del caos nacen las estrellas". Me encantó, porque soy una apasionado de la astronomía y del caos (como es obvio xD) y por eso la puse, porque me representaba a mí mucho más que cualquier otra, quedaba bien con el título del blog y con el contenido y es preciosa, por supuesto *-*
      No, no las entiendo xDDD Busco los subtitulos en otra página y me leo toda la letra :) Pero a partir de ahora la pondré subtitulada :D
      Gracias por todo.

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  2. Bien, vamos allá.
    Casi me como la pantalla de acercarme tanto el portátil. Le grité a mi madre y a mi abuela para que me dejaran en paz y así poder seguir leyendo, porque justo cuando iba por la confesión de Karen aparecieron. Hubo un destello cegador y aparecieron de la nada...
    En fin, como bien he descrito, me ha encantado. Para qué mentir, me esperaba lo de la puerta y tal, pero me ha gustado mucho el aplauso final de su amigo, y me uno junto con Irene.
    Estoy en esos días del mes y estoy demasiado sensible, y sabes que yo soy una roca impenetrable. Creo que si le hubieras puesto más palabras alargando el dramatismo hubiera llorado, fuera bromas.
    Lloré con el libro... u_u qué asquito me doy, hay que ser fuerte y buscar tus finales felices, mi queridísima Desislaba.

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    1. Quería añadirle el detalle del amigo para que tuviera algo cómico y no fuera tan simple :) Que al menos sacara una risa al final.
      No quería ponerme cursi y dramatica yo tampoco, que sabs que no somos asi jajajajajajaj <3
      Busquemos nuestro final feliz Marta :)

      p.D. entendi la referencia al libro, zorri :$

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