03 diciembre, 2011

Aunque ella fuera, para él, amor con todas las letras. // This is a goodbye.


Aquel día estaba incluso más guapa que en el que él la conoció y eso ya era complicado. Seguía teniendo el pelo largo y castaño, pero ahora lo llevaba liso, con el fleco cayéndole sobre los ojos, ocultando su huidiza mirada.
Él ya había reparado en que no lo había mirado directamente a la cara ni una sola vez y la conocía lo suficiente para reconocer ese pequeño gesto, igual que sabía que, por el modo en que jugueteaba con el anillo, estaba nerviosa. Y, ah, allí estaba. Siempre se mordía el labio cuando la embargaba la inseguridad.
Conocía más sus reacciones físicas que las suyas propias. Carraspeó, se apartó el pelo de la frente; este volvió a caerle en el mismo lugar y ella no insistió. Se removió una vez más en el asiento y, al fin, se enfrentó a él. Clavó sus pupilas marrones en las de él.
-    Yo… - Volvió a morderse el labio. Titubeos. Resolución, al final. – Nate, estos ocho últimos meses han sido… maravillosos. Casi podría afirmar que perfectos pero…
Él abrió la boca para decir algo, para pararla y evitar que terminara aquella frase que estaba seguro que le partiría el corazón, pero, antes de que ni una palabra escapara de sus labios, ella negó con la cabeza. Puso un dedo sobre sus labios, implorándole silencio.
-    Necesito decirlo seguido, o no podré. – Él asintió. – Nate, ya… no iluminas mis madrugadas. No amenizas mis desayunos, ni siento ese familiar cosquilleo cuando tocas alguna parte de mi cuerpo. No… no sé cuándo sucedió… pero sé con seguridad que esta relación ya no tiene futuro. Lo siento, mucho, muchísimo. Créeme, te quiero, pero no de la forma en la que tú querrías que lo hiciera. En la que te mereces que lo haga.
Carraspeó, buscando las fuerzas para dar la última puñalada, la más certera y dolorosa.
-     Creo que, a partir de ahora, no deberíamos seguir viéndonos. O sí. Tú decides. Me encantaría que siguiéramos yendo al cine de vez en cuando, pero no cogidos de la mano. Podríamos tomar un café.
>> No te voy a decir que quiero seguir siendo tu amiga, sé lo que duele eso. Te estoy diciendo que tú elijas lo que quieres que seamos, pero yo nunca podré odiarte. Puede que mi corazón ya no lleve tu nombre, pero una parte de él siempre te pertenecerá.
Sonrió, levemente, aunque no había rastro de humor en su rostro. Tristeza en grandes dimensiones, sin duda. Sus ojos estaban cargados de angustia y nada le hacía más daño que verla sufriendo, pero sabía que no estaba en su mano solucionarlo. Ella acababa de destrozar esa opción.
-    Por otro lado, en el fondo, sé que tú tampoco sigues enamorado de mí.
-        Por supuesto que…
-      Nate – Negó con la cabeza. - ¿No lo has notado? Lo leo en tus ojos cada vez que me miras. De algún modo, el amor se apagó y lo que sientes son los rescoldos, que siguen pareciendo el sentimiento inicial.
  Ella suspiró y se puso de pie. Él la imitó, pero al verla volver a negar con la cabeza, se sentó de nuevo.
-     Ahora me voy a ir, porque no creo que tengas que soportar más mi presencia. Llámame, si quieres volver a saber de mí. O no lo hagas, no te culparé. Pero nadie, nunca, me podrá quitar los últimos ocho meses de mi vida y jamás te olvidaré.
  Se apartó el flequillo de los ojos antes de darse la vuelta y marcharse, sin acelerar el paso. Nate se alegró de que lo último que le hubiera visto hacer hubiese sido esa sencilla acción que ella nunca cesaba de repetir.
  Estaba sangrando por dentro, muriendo lentamente. Necesitaba gritar su desesperación al mundo, pero no podía. Selló sus labios con dolor y la miró, mientras se alejaba, a sabiendas de que no sería lo suficientemente fuerte para llamarla, nunca. Ella era, para él, amor con todas las letras y jamás la vería de otro modo.

2 comentarios:

  1. Sabes perfectamente que no me bustan las cosas tristes. Pero... aiiiiiiiiiiiiiiiiiiiis :$

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  2. Jajajajajajajaja Pero es que si siempre escribiera cosas alegres... sería una cursi :(

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