21 noviembre, 2011

¿Y si el mundo nos olvida?


  - ¿Y si el mundo nos olvida? ¿Y si desaparecemos, mientras los recuerdos se borran y solo quedamos tú y yo, sentados en este andén derruido y abandonado, por donde ya no pasan trenes? ¿Qué haremos entonces? ¿Y si nadie recuerda que faltamos nosotros? ¿Y si nadie nos rescata?
  >> ¿Qué haremos entonces?
  >> Cuantos sueños perdidos, cuantos días pasamos que ya no valen nada. Y aquí estamos, tú y yo, pero nadie lo sabe. Nadie nos recuerda, porque apenas fuimos borrones en sus memorias. ¿Cómo es posible? No significamos nada y, para nosotros, ellos fueron un todo. 
 >> Nos condenamos a nosotros mismos en este lugar, en medio del vacío, perdido de la vista humana, para que ellos nos olvidaran. Así nos lo pagan.
>> No voy a seguir esperando, Matt. Ya no. ¡Lo dimos todo! Y míranos. Sentados en un banco que se cae a trozos, lejos de la civilización, olvidados, dados por perdidos, quizás por muertos. ¡Nadie nos cuenta! ¡Nadie nos echa en falta!
  >> ¡Nadie nos busca, ¿cómo coño van a hallarnos?!
  >> Estoy cansada, Matt. Quiero salir de aquí. Ya. No lo aguanto, no hay ruido, no hay ulular del viento ni arrastre de las hojas secas. No hay sonrisas desgastadas ni palabras enlatadas, ni latidos desvaídos, ni risas disimuladas. No queda vida en esta estación, solo tú y yo. Me da miedo que permanezcamos aquí para siempre, nos marchitaremos demasiado rápido. ¡Tengo miedo, maldita sea! ¿Por qué lo hicimos? ¡Ellos ya no nos recuerdan! Y yo… yo… solo quiero volver. Por favor, por favor. No nos obligues a seguir en esta maldita estación vacía, sin vías, sin trenes, ¡sin vida!
  Cerró los ojos, demasiado cansada. Ella era frío, rutina, un cúmulo de monotonía cubierto de piel y sostenido por huesos. Expresar sus sentimientos siempre la dejaba agotada y Matt supo apreciar el esfuerzo que le había supuesto aquello, despertar sus emociones del letargo constante al que las había sometido.
  Ambos suspiraron al unísono, como si de un solo ente se tratara. Se miraron a los ojos, verde contra verde, negro contra negro. Similitudes rozando lo imposible, diferencias acariciando la antítesis. La misma moneda, con las dos caras que nunca podrán encontrarse, ambos perdidos en aquella estación vacía.
  -  ¿Es eso, no? Es… el tiempo – ella desvió la vista a las vías, llenas de basura, por donde hacía demasiados años que no circulaba ningún tren. – Estamos en una estación en medio de la nada, un… vacío. Siempre hay trenes que marchan, otros que llegan. Aquí no. No hay oportunidades, ni nuevas ni viejas. Estancados en el presente para siempre, como el resto, pero nosotros no disponemos de un futuro. Solo tenemos… esto.
  >> Y lo peor… - giró de nuevo sus ojos hacia él, desafiándolo con las pupilas y suplicándole una negativa con los iris – es que tú lo sabías, ¿no?
Matt sonrió, con desgana. Le habría gustado que el viento le alborotase el pelo o le hiciera cosquillas en los tobillos desnudos, pero no fue así.
  -   Sí.
  -  ¿Por qué nos condenaste a esto? ¿Por qué?
  - Porque alguien debía hacerlo. Y mejor que fuéramos tú y yo. Porque… mientras tú me recuerdes, no me importará que el resto del mundo me olvide.
 
 
 
 
 
Debo reconocer que la última frase no es mía, es una cita del libro Kafka en la orilla (Haruki Murakami), pero me pareció tan perfecta como deselance que la tuve que añadir.

No hay comentarios:

Publicar un comentario