18 octubre, 2011

Where is my mind?

  Pero, ¿dónde está mi cabeza? Perdida, estoy segura. Debió suceder aquella noche, cuando conocí al ladrón de silencios nocturnos, al que le gustaba venir a mi casa y obligarme a hacer ruido cada vez que la luna presidía el cielo.
  Tuvo que ser él, pero no entiendo por qué no me la devolvió cuando decidió marcharse, para jamás regresar, dejando tras de sí el silencio de las noches que no pudo quitarme y la tristeza de la soledad en las madrugadas.
  También pudo ser la vez que perdí el rumbo por la calles del centro y acabé bebiendo café a medianoche con un violinista ruso. Recuerdo que su acento me enloqueció, por lo tanto, quizás él sepa dónde está mi mente. Probablemente, con las prisas de encontrar el camino de vuelta, la dejara tirada en la silla de al lado a la que yo usaba, entre el bolso y la chaqueta, olvidada. O se deslizó como un papel hasta perderse entre los restos de comida de debajo de la mesa. Si recordara dónde está aquella pequeña cafetería, iría a hablar con el camarero de ojos chocolate, a ver si me la guardó entre los objetos perdidos. Pero soy incapaz de recordar el nombre de la calle y mis pies no saben qué camino escogieron para encontrar ese lugar, solo saben que anduvieron hasta el dolor extremo. Porque aquella noche tenía ganas de desaparecer entre los edificios antiguos, que habían observado el paso del tiempo con aplomo pero ya no resistían más las estupideces de los adolescentes que pasaban por allí en busca de vanas diversiones. Y el ruso supo encontrarme.
  Hace tiempo que mis pensamientos dejaron de tener un fundamento lógico, así que no puedo ni siquiera estar segura de que perdiera la mente en algunos de esos momentos, pudo ser antes. Realmente, era lo que buscaba en el fondo de cada vaso que bebía, que desapareciese para quedarme a solas con el embotamiento, que me permitía no recordar nada y sentir solo los efectos del alcohol.
Pero ahora ya estoy recuperada, no necesito desahogarme con tequila ni con whisky de mala calidad (aunque, a veces, lo siga haciendo). Tampoco necesito volver a callejear sin rumbo para dejar de lado mis pensamientos, porque ya me he reconciliado con ellos. Así que, es hora de que vuelvas. Ya no siento las mieles del enamoramiento en mi rehabilitado corazón. Vuelve, querida mente. No me dejes caer de nuevo en una sonrisa torcida, en un acento encantador o en una mirada desafiante.

2 comentarios:

  1. No escribas Fragmentos tan cortos , porque me da ganas de seguir leyendo y mi problema viene con el punto y final. Todo tiene pinta de ser una historia pero todo se queda en pequeños textos. (Entre Dimensiones) upsss he dicho eso yo en alto :)

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  2. Jajajajajajajaja Ains si es que eres más amor ♥ La cuestión es que, cuando quiero continuarlo, me estanco :/ Por eso así se queda perfecto :)

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