28 agosto, 2013

¿Qué puede resultar del choque de una tormenta y un volcán en erupción?

-          No voy a enamorarme de ti  - susurró ella, con la cabeza escondida sobre mi clavícula y la nariz hundida en mi cuello. Sentía sus largas pestañas haciéndome cosquillas en la piel con cada parpadeo y su respiración no dejaba de producirme leves escalofríos a lo largo de la espalda.
En el silencio que siguió a sus palabras, mientras mis ojos vagaban por el cielo infinito que se extendía sobre nuestras cabezas, sentí que su mano derecha se aferraba a mi chaqueta y me atraía levemente hacia ella. No pude contener la sonrisa que tiró de mis comisuras, pero me abstuve de mover las manos. Las dejé sobre el césped, sosteniendo mi peso y el de ella.
-          No voy a enamorarme de ti – repitió, aunque esta vez su voz flaqueó ligeramente, menos decidida. Parecía incapaz de creerse su propia mentira, como yo no lo hacía. – No lo haré, porque eres malo para mi salud. Estoy segura de que me vas a volver loca, loca de remate. Vas a matarme de un infarto. O me expulsarán de la universidad por alguna estúpida razón que me da miedo descubrir. Algo pasará, de eso estoy segura. Y sé que todo será por enamorarme de ti.
-          Tienes razón – asentí, sonriendo aún más. Sabía tan bien como ella que acabaría arrastrándola conmigo a todos los problemas, a todas las huidas desenfrenadas y las clases perdidas. Sabía que no era bueno para ella, y, al mismo tiempo, era todo lo que ella necesitaba.
-          ¡Exacto! No me enamoraré de ti.
-          Eso ya lo has dejado claro – mi voz burlona delató la sonrisa que seguía sin poder contener.
Ella alzó su mirada, sus ojos azules entrecerrados con determinación.  Estaba tan cerca de mí que podía ver las manchas doradas que salpicaban sus iris aquí y allá, destellos de luz alrededor de la pupila. También notaba las diminutas pecas de color canela que se repartían por el puente de su nariz y tímidamente sobre sus mejillas. Y por supuesto, mi atención solía desviarse a sus suaves labios, que temblaban ligeramente muriendo de ganas de que los besara, aunque ella jamás lo admitiría.
Porque, a pesar de lo que su cuerpo le pedía, de lo que su mente exigía a gritos, seguía empeñada en negar la conexión que nos unía. Y mientras ella siguiera diciendo que no, yo no podría besar cada centímetro de su piel y perderme en el laberinto de sus curvas, por mucho que me estuviera consumiendo por hacerlo, por pasar cada instante con ella antes de que la vida se nos escapara entre los dedos.
-          Sé que no me crees, pero no soy como todas las demás. No voy a caer entre tus brazos, ¡en serio! Eres peor que la peste. Mucho más dañino.
-          ¿Y tú no? – repliqué, enarcando una ceja. Nuestros ojos se encontraron, creando una chispa demasiado propensa a explotar.
Ella desvió la mirada hacia su mano, apenas a unos centímetros de la mía sobre el césped, tan cerca que podría tocarla en un solo instante. Y joder que si tenía ganas de hacerlo.
-          Supongo que me parezco una tormenta. Es bonita verlas de lejos, pero cuando te acercas, descubres que destruyen todo a su alrededor.
-          Me encantan las tormentas – susurré sobre su pelo.
-          ¿Aunque te destrocen la vida? ¿Aunque salgas volando? – volvió a levantar sus ojos hacia mí y una emoción brilló claramente en ellos: la esperanza. Me estaba preguntando si estaba dispuesto a quererla, a pesar de que era muy probable que nada fuera bien entre nosotros, porque, ¿qué puede resultar del choque de una tormenta y un volcán en erupción?
-          Siempre que me haga salir volando – prometí.

Ella me dedicó la más bella de sus sonrisas y buscó mis labios con los suyos, suaves, temblorosos, asustados, apasionados. Y por fin, por fin, descubrí cómo era el paraíso.

1 comentario:

  1. Qué tierno.Aunque no escribieras el capítulo de Sam te perdono porque me ha gustado.
    De vez en cuando me gusta que escribas historias aleatorias en este blog. Aunque, con respecto a éste, sabes que nada me gustaría más que continuaras con "Colápsame el alma". Quiero leer a alguien tan tan... como Salamandra *-* .Ya leo a un tonto como Sky (Clark) pero no sé, me gustaba tanto la personalidad de Salamandra que Myst y Sam no son suficientes

    ResponderEliminar