Hoy hace ya doscientos diecinueve días. Casi siete
meses y medio.
Ese es el tiempo que ha pasado desde la última vez
que nos vimos tú y yo, uno frente al otro, tus pupilas reflejadas en las mías.
Un total de 5.256 horas que se me han hecho eternas porque, en cada uno de esos
segundos, tú no estabas conmigo.
Estamos ya en julio. Este año ha pasado
arrastrándose, poco a poco, avanzando tan despacio que casi podía sentir su
movimiento en los huesos.
¿Recuerdas
tu promesa? Me juraste que la noche de la lluvia de estrellas estaríamos
juntos.
Ahora, tumbada sobre la hierba en nuestro claro
particular, el que se esconde en medio del bosque en ninguna parte y al que
solo sabemos llegar tú y yo, veo las estrellas fugaces cruzar el cielo negro y
tú no estás a mi lado.
Doscientos diecinueve días después, sigues perdido
en alguna parte del mundo, investigando y tratando de buscar una salida al problema
energético que asfixia a nuestro planeta, aunque con escaso resultado.
Y yo sigo echándote de menos, como haré durante el
resto de días en los que faltes.
Pensé que durante este momento, estando sola cuando
siempre imaginé que tú estarías a mi lado, estrechándome contra tu pecho y
susurrándome al oído todos los deseos que las estrellas fugaces cargarían
consigo, me sentiría triste. Que la soledad se me colaría en la caja torácica y
me apretaría el corazón. Que no sería capaz de aguantar tu ausencia sin
derramar un río de lágrimas capaz de ahogarme.
Pero estaba equivocada. A pesar de que no podría
desear ninguna otra cosa como quiero verte de nuevo, besarte, perderme en tus
iris azules, oler tu perfume a madera y hombre, y tocarte tu cara para
asegurarme de que no se trata de un sueño, no me siento sola esta noche.
Supongo que te preguntarás por qué.
Simplemente, me he dado cuenta de que, en alguna
parte, estés donde estés, tú también estás bajo el mismo cielo que yo. Y que,
probablemente, las estrellas también pasarán por tu lado del mundo y con ellas
irán todos mis deseos, todos mis sueños, y que se encargarán de asegurarte que
todo va bien, que aunque te extraño con todas mis fuerzas, la vida sigue
adelante. Que sigo esperándote, que siempre lo haré.
Y tú podrás pedirle tus deseos y, quién sabe, quizá
se cumplan.
Hoy he descubierto que nunca podré estar sola,
porque mi corazón está donde quiera que tú estés. Tu recuerdo vive bajo mis
uñas y en la comisura de todas mis sonrisas, así que, cariño, en realidad nunca
me faltas. Solo que no te tengo por completo, solo las partes de ti que
conservo dentro de mí, como una reminiscencia que espera tu regreso para estar
entera de nuevo.
No importa cuánto tardes, cuántas vueltas tengas
que dar al mundo, aquí estaré cuando termines. Y todos los meses de julio,
vendré a nuestro prado para pedirle a las estrellas fugaces que, por favor, por
favor, no me dejes echarte de menos mucho más tiempo.
I think of you tonight… Oh, darling…
I wish you were here.
Vainilla twilight (la última frase en inglés está directamente extraída de esa canción).
Oooh, qué bonito. Es perfecto ¡ y hasta pones la canción (aunque he de admitir que no me gusta)!
ResponderEliminarParece que va a ser una historia pastelosa pero no lo es para nada, es triste y, ¿has visto Madoka Magica? Pues es lo mismo, esperas algo cursi y tal pero es todo lo contrario
Como sugerencia, ya que estás por aquí, ¿por qué no me "colapsas el alma" como tu sólo puedes hacer?