26 mayo, 2013

My heart is where you are.

Hoy hace ya doscientos diecinueve días. Casi siete meses y medio.
Ese es el tiempo que ha pasado desde la última vez que nos vimos tú y yo, uno frente al otro, tus pupilas reflejadas en las mías. Un total de 5.256 horas que se me han hecho eternas porque, en cada uno de esos segundos, tú no estabas conmigo.
Estamos ya en julio. Este año ha pasado arrastrándose, poco a poco, avanzando tan despacio que casi podía sentir su movimiento en los huesos.
 ¿Recuerdas tu promesa? Me juraste que la noche de la lluvia de estrellas estaríamos juntos.
Ahora, tumbada sobre la hierba en nuestro claro particular, el que se esconde en medio del bosque en ninguna parte y al que solo sabemos llegar tú y yo, veo las estrellas fugaces cruzar el cielo negro y tú no estás a mi lado.
Doscientos diecinueve días después, sigues perdido en alguna parte del mundo, investigando y tratando de buscar una salida al problema energético que asfixia a nuestro planeta, aunque con escaso resultado.
Y yo sigo echándote de menos, como haré durante el resto de días en los que faltes.
Pensé que durante este momento, estando sola cuando siempre imaginé que tú estarías a mi lado, estrechándome contra tu pecho y susurrándome al oído todos los deseos que las estrellas fugaces cargarían consigo, me sentiría triste. Que la soledad se me colaría en la caja torácica y me apretaría el corazón. Que no sería capaz de aguantar tu ausencia sin derramar un río de lágrimas capaz de ahogarme.
Pero estaba equivocada. A pesar de que no podría desear ninguna otra cosa como quiero verte de nuevo, besarte, perderme en tus iris azules, oler tu perfume a madera y hombre, y tocarte tu cara para asegurarme de que no se trata de un sueño, no me siento sola esta noche.
Supongo que te preguntarás por qué.
Simplemente, me he dado cuenta de que, en alguna parte, estés donde estés, tú también estás bajo el mismo cielo que yo. Y que, probablemente, las estrellas también pasarán por tu lado del mundo y con ellas irán todos mis deseos, todos mis sueños, y que se encargarán de asegurarte que todo va bien, que aunque te extraño con todas mis fuerzas, la vida sigue adelante. Que sigo esperándote, que siempre lo haré.
Y tú podrás pedirle tus deseos y, quién sabe, quizá se cumplan.
Hoy he descubierto que nunca podré estar sola, porque mi corazón está donde quiera que tú estés. Tu recuerdo vive bajo mis uñas y en la comisura de todas mis sonrisas, así que, cariño, en realidad nunca me faltas. Solo que no te tengo por completo, solo las partes de ti que conservo dentro de mí, como una reminiscencia que espera tu regreso para estar entera de nuevo.
No importa cuánto tardes, cuántas vueltas tengas que dar al mundo, aquí estaré cuando termines. Y todos los meses de julio, vendré a nuestro prado para pedirle a las estrellas fugaces que, por favor, por favor, no me dejes echarte de menos mucho más tiempo.

I think of you tonight… Oh, darling… I wish you were here.



Vainilla twilight (la última frase en inglés está directamente extraída de esa canción).

1 comentario:

  1. Oooh, qué bonito. Es perfecto ¡ y hasta pones la canción (aunque he de admitir que no me gusta)!
    Parece que va a ser una historia pastelosa pero no lo es para nada, es triste y, ¿has visto Madoka Magica? Pues es lo mismo, esperas algo cursi y tal pero es todo lo contrario
    Como sugerencia, ya que estás por aquí, ¿por qué no me "colapsas el alma" como tu sólo puedes hacer?

    ResponderEliminar