Quizá encuentres esta carta hoy o mañana. Quizá
nunca. Quizá la encuentres cuando hayas perdido la esperanza de hacerlo. A mí
me suele suceder. Puedo buscar algo con todas mis fuerzas, pero no lo hallo
hasta que lo doy por perdido.
Tú deberías darme por perdida, ¿sabes? Porque esta
es, por supuesto, una carta de despedida. Es el adiós que soy demasiado cobarde
para pronunciar en voz alta, porque sé que no podría decirlo mirándote a los
ojos y viendo como gritas de pena por dentro, cómo me suplicas sin palabras que
no te abandone.
Sin duda, podría seguir fingiendo que todo va bien.
Podría sonreírte cada mañana, preparar el café y hablar del tiempo. Podría
esperarte por las noches, para darte un beso cuando vuelvas del trabajo y me
cuentes tus problemas. Podría continuar yendo a buscar tu ropa a la tintorería
los miércoles y acompañándote a tus cenas de empresa, usando mi mejor vestido.
Podría hacerte el amor cada noche, pero eso no cambiaría nada. Por muchas cosas
que hiciera, nuestro amor seguiría
marchito en mi corazón, como lleva tanto tiempo. Podría seguir a tu lado para
toda mi vida, pero continuaría ahogándome. Muriéndome día a día viviendo la rutina
que me ha impuesto nuestra intimidad compartida, regodeándome en las lágrimas
de infelicidad que resbalaban por mis mejillas cada vez que sales por la puerta
de casa. Solo me quedan fuerzas ya para fingir que soy feliz cuando tú estás,
porque, aunque ya no te amo, nunca podré dejar de quererte del todo.
Fuiste, eres y siempre serás mi primer amor. El que
se me clavó con más fuerza en el corazón, del que nunca me olvidaré. Cambiaste
mi mundo cuando te conocí, me enseñaste cómo se vive la vida a doscientas mil
revoluciones por hora, a saltar desde el precipicio con los ojos vendados, y
las ganas de abandonarlo todo por una noche entre tus dedos.
Pero ya no queda ni rastro de ese sentimiento. Ya
no me provocas taquicardias, ni siquiera cuando tus labios me buscan. Antes, en
cada uno de nuestros besos, encontraba magia. Fuegos artificiales en el estómago,
incendios en mis venas, mariposas colapsándome la garganta y escalofríos en la
nuca. Ahora, es solo ese gesto vacío de bienvenida y despedida. Y lo odio. Odio
haber perdido todas esas sensaciones, odio habernos perdidos. Odio que ese
gesto, así como nuestra vida, carezca de emoción y sea solo una sucesión de
hechos que me dejan inerte. Odio no poder amarte como tú lo haces, porque, de
verdad, que quiero hacerlo. Odio hacerte daño marchándome sin ni siquiera
ofrecerte una explicación a parte de esta carta que no sé si encontrarás algún
día.
Pero ya no lo soporto más. Aun soy joven. Ambos lo
somos. Con veintidós años, ya sé lo que es un amor de verdad, de esos que te
revientan por dentro. Pero ese fuego está consumido y sus cenizas no son
suficientes para calentarme por dentro.
Me llevo todas mis cosas, pero te dejo a ti todas
las que compramos juntos, las que conformaron nuestra vida de enamorados. Tíralas,
si quieres. Véndelas. O quémalas, me lo merezco. En realidad, merezco algo
mucho peor, pero sigo teniendo la esperanza de que lo entiendas y, algún día,
puedas perdonarme por esto. Que no me odies para siempre.
Yo no te olvidaré, lo prometo. Y cada vez que
piense en ti, se me escapará una lágrima por todo lo que perdí, pero tú mismo
lo dijiste: “el amor es una fuerza incontrolable. Nunca sabemos cuándo
aparecerá para demolerlo todo a su paso”. Tenías razón. Pero ahora sé que tampoco
sabemos nunca cuándo desaparecerá sin ninguna razón, dejando a su marcha un
terrible dolor.
Lo siento. Lo siento muchísimo. Ojalá pudiera
mirarte a los ojos mientras digo esto en lugar de dejarte una carta manchada de
lágrimas. Ojalá pudiera volver a encender el fuego del amor en mi corazón.
Ojalá pudiera suprimir el amor que tú sientes por mí.
Pero lo que jamás haría sería borrar los últimos
cuatro años. Porque, ¿sabes? Fueron los mejores de mi vida. Has sido lo mejor
de mi vida, los recuerdos que conservaré con afecto.
Siempre he creído en la necesidad de los puntos
finales. Toda historia necesita uno. Un punto de inflexión a partir del cual
comenzar una nueva parte de la vida, porque si no, nuestra historia perdería el
sentido. Necesitamos los puntos finales para seguir avanzando. A veces el miedo
nos hace alargar la historia más de la cuenta. O el dolor. Pero, tarde o
temprano, siempre acaban llegando.
Este es nuestro punto y final, cariño. Quizá nunca
encuentres esta carta, pero quizá no importe. Eres demasiado listo como para no
haberte dado cuenta de mis ojos rojos y de la tristeza que se esconde cada día
en mis pupilas, así que esta carta es solo una estúpida explicación de mi
comportamiento egoísta.
No importa. La verdad es que, a estas alturas, poco
importa nada.
Solo quiero que sepas que, aunque esto no pueda ser
un hasta luego, si no un adiós feinitivo, siempre tendrás un pedacito de mi
corazón. Pase lo que pase.
Hoy tenía ganas de una historia triste. Porque comienza Septiembre. Es un mes que nunca me ha gustado. Simboliza el fin de la libertad del verano, el comienzo de la prisión de las clases, el adiós a los buenos momentos en la arena de la playa. Pero bueno, hay que seguir adelante.
Sé que estoy algo desaparecida (como me recuerda Irene de vez en cuando), pero es que no quiero obligarme a escribir y acabar subiendo basura en lugar de entradas de verdad. Prefiero una entrada de verdad al menas que tres intentos de ellas.
Al menos, hoy tengo canción. A mí me encanta, me parece justo el tipo de canción perfecta para esta entrada. Yo me pongo esta canción cada vez que la leo y me siento totalmente en la mente y en las palabras de la autora de la carta. Wicked games. Espero que os enamore tanto como a mí.
Ya me despido. Pero, tranquilos, que lo mío es solo un "hasta pronto".
A veces...una carta no es suficiente o un adiós...a veces necesitamos más para comprender que ya no amamos de verdad. El amor es más complejo de lo que pensamos y por mucho que digamos se acabó, siempre vuelve a tocar a nuestra puerta...amar hasta que duela, eso si que es amar y yo aquí dolor, solo que está tan ciega por el, que no ve su propio amor. A veces, no es tan fácil decir adiós, cerrar esa puerta, olvidar ese primer amor...romper un corazón.
ResponderEliminarJop,me encanta cuando escribes sobre rupturas porque las escribes como si no fueran tan tristes de lo que realmente son.Bueno,me encanta cuando escribes sobre cualquier cosa...cosas imposibles,enfermedades incurables,"ahora vuelvos" que nunca llegan,etc
ResponderEliminarNo encuentro fallos en el texto,es perfecto *-* Tú...yo quiero verte, si cortas con alguien,cómo lo haces.Debe ser, no sé, sublime (no es que me alegre,pero,oh,Desi,dí que me entiendes).
Hay algo,pensándolo mejor,que cambiaría.Yo...yo no dejaría tan en el aire eso de si encuentra o no la carta,porque ahí,si que es una cabrona la tía è_é
La canción...¿por qué es taaaan leeeenta y aburrida? Exacto,no me gusta.Además no la encuentro subtitulada para poder decir si me gusta la letra o no aunque sea :(
PD. Desirée,quiero que me colapses en alma escribiendo sobre Salamandra y compañía <3 Pero no te obligo,eh,que luego parezco la mala.Ni te obligues. Yo solo dejo eso en el aire....xD
Para mí tus "hasta pronto" son eternos.Eso significa que no escribirás en mucho tiempo.Dos semanas,tal vez.O tres.