17 marzo, 2012

¿Sabes? Te echaría de menos aunque no te conociera.


Todo había ido mal, desde el principio. La operación de la señora Ramírez se había alargado demasiado porque el pequeño tumor de su cerebro no había querido ponérmelo fácil y se había agarrado con decenas de terminaciones nerviosas a cualquier resquicio que pudo, con lo que me costó una hora y cuarto más de lo que había calculado salvarle la vida a aquella paciente. Pero, en realidad, la tardanza mereció la pena por ver la sonrisa agradecida de su marido cincuentón y la emoción brillando en las pupilas de sus hijos adolescentes.
El terrible atasco con el que tropezamos Kayla y yo de vuelta a casa lo empeoró todo. Había quedado con Mark a las ocho y media y atravesé la puerta corriendo un poco antes de las ocho menos diez, aun con el olor a desinfectante impregnado en el cuerpo después de tantas horas en el quirófano.
-          No te preocupes, Dak. Yo entretendré a tu príncipe azul mientras te arreglas – las dulces palabras de Kayla me auguraron lo que, sin posibilidad de error, sucedió cuando Mark se sentó enfrente de ella en el sillón del salón.
Oí toda la conversación mientras me maquillaba, me ponía la ropa interior adecuada para mi declaración de esa noche y el vestido azul que tenía que amortizar, porque comprarlo había supuesto un pequeño agujero en mis ahorros. Pero todo era por esa noche.
-          Dime, Mark, ¿a qué te dedicas? – la voz de mi compañera de piso me llegó alta y clara  a través de la puerta del dormitorio y no pude contener un gemido. Sabía que Kayla se preocupaba por mí, pero eso no le daba derecho a comportarse como un progenitor sobreprotector.
-          Soy arquitecto – respondió él con tranquilidad, aunque podía imaginarme su expresión de desafío. Sonreí inevitablemente mientras me ponía los tacones, al imaginarme el silencioso duelo de miradas entre dos de las personas más importantes en mi vida en esos instantes.
-          Y… ¿eso te reporta un buen salario a fin de mes?
Tuve que agarrarme a la pared para no caer fulminada al escuchar semejante pregunta y, de repente, mis ganas de ahogar a Kayla con una almohada mientras dormía se volvieron incontenibles.
-          Bastante bueno, la verdad. – Mark se rió y carraspeó. – Verás, Kayla, nací en Connecticut y me mudé aquí hace 4 años, nada más terminar la carrera, con mi compañero de habitación en la universidad y montamos nuestro propio bufete de arquitectos. No somos una gran empresa, pero nos va bien. Mis padres son una pareja normal, que nunca abusó de mí en mi infancia ni me maltrató. Ella es ama de casa, mi padre está jubilado; fue mecánico toda su vida. Tengo dos hermanos y una hermana, la mayor. Nos queremos mucho y no tenemos traumas. No tengo antecedentes de alopecia en mi familia, ni de ninguna enfermedad genética. No fumo y solo bebo de vez en cuando y, normalmente, con el fin de atreverme a seducir a la chica de la barra. Prefiero el tequila al whisky, pero no le hago ascos al vodka, sobre todo al negro. ¿Suficiente?
-          No está mal. ¿Qué me dices de…?
Abrí la puerta de golpe antes de que aquella pequeña inquisidora estropeara aún más mi cita. La observé con los ojos entornados, transmitiéndole todo mi odio sin decir una palabra, y luego le dediqué mi sonrisa predilecta a Mark, que estaba tan insufriblemente guapo como siempre. Llevaba unos pantalones de pinzas, con una camisa blanca (con el botón superior abierto) y la barba de dos días que me enloquecía, que le daba ese aspecto de chico malo. Su chaqueta de cuero negro estaba doblada en el antebrazo, síntoma indiscutible de que había traído la moto. Mierda, no podía ir en moto con ese vestido.
-          Nos vamos, Kayla. Pórtate bien – le gruñí sin miramientos, antes de coger a Mark del brazo y sacarlo corriendo de nuestro piso.
Nada más cerrar la puerta a mi espalda, me atrajo hacia sus brazos y enlacé mis manos detrás de su cuello. Buscó mis labios con los suyos y ambos nos perdimos en el otro solo un segundo después. Sabía a gloria. El movimiento de su lengua, pasional y escalofriante, siempre conseguía evaporar de golpe de todos los pensamientos que zumbaban a toda velocidad por mi cabeza. Con sus manos en mis caderas, atrayéndome hacia su cuerpo, hasta confesarle un “te quiero” parecía fácil.
Intenté obligar a mis cuerdas vocales a pronunciar las palabras, pero no hubo manera. Me di por vencida, mientras me dejaba llevar al restaurante mexicano que él había elegido, que estaba solo a un par de manzanas, por lo que no hacía falta coger la moto, lo que me supuso un gran alivio.
La cena fue incómoda, por mi culpa. No podía dejar de pensar en lo que quería decirle, pero el miedo se hizo una bola en mi estómago del tamaño de un balón de rugby y me impidió declararle mis sentimientos. Comí poco, porque mi poco apetito había sido sustituido por nervios y sudoración fría en las palmas de las manos.
Me decidí a decírselo tras la cena, pero sabía que me estaba autoengañando. Que como siguiera así, no se lo diría nunca.
No dejaba de repetirme eso en el camino de vuelta a casa, incapaz siquiera de aparentar que todo marchaba con normalidad. Estaba claro que Mark se había dado de que algo raro pasaba, pero aún no había encontrado las fuerzas para soltarlo todo. Inspiré hondo.
¡Te quiero, Mark! Pensé las palabras con fuerza, deseando que él pudiera leerlas en mi cerebro, en mis ojos o en las comisuras de mis labios. O en la forma en la que mi cuerpo lo buscaba, como si fuera un satélite rotando sin control alrededor de su planeta.
Sé que no llevamos mucho juntos, pero creo que me estoy enamorando. Demasiado cursi.
¿Cuáles eran las palabras adecuadas?
Oí que Mark me hablaba, pero no presté atención a sus palabras, demasiado centrada en encontrar la frase exacta con la que confesarle la verdad. Pero se me resistía.
De pronto, él se detuvo en medio de la acera y tiró de mi mano para que yo también parara. Me obligó a girarme para encararlo, pero no fui capaz de clavar mis ojos en los suyos por miedo a desmoronarme.
-          Entonces, ¿qué pasa, Dakota? Y no me mientas.
El momento había llegado. Abrí la boca para gritarle las palabras que me explotaban el pecho, pero boqueé como un pececillo asustado fuera del agua. Clavé la vista en nuestros zapatos.
-          Yo… yo… no sé qué decir. – Apenas podía elevar el tono de voz. Me estaba ahogando. Era como si mis pulmones se hubieran colapsado y ya no fuera capaz de procesar el oxígeno que recogía en cada inspiración. Mi respiración se aceleró y apreté, inconscientemente, las manos hasta convertirlas en puños.
-          Simplemente, dilo, por favor.  – La voz de Mark sonó tan baja como la mía. Parecía que él también estaba sufriendo, aunque no entendía el porqué. ¿Qué se había imaginado?
Debía poner fin a toda aquella locura ya. ¡Dilo, joder! Me chillé a mí misma. En mi mente, las palabras mágicas se repetían una y otra vez en un bucle sin fin, pero no podía llevarlas a mis labios. Siempre me había considerado una valiente y, en el momento de la verdad, me comportaba como una niña asustada. Sentía unas ganas incontrolables de salir corriendo y esconderme en alguna parte donde nadie pudiera encontrarme para llorar durante horas. Donde ni Mark, ni Kayla, ni el amor pudieran alcanzarme.
-          Dakota – Mark susurró mi nombre como una oración, suplicándome algo que no podía descifrar.
Su tono bajo e hipnótico tenía algo de magnético también, que atrajo de inmediato mis ojos a los suyos, que estaban embargados por la tristeza. Y, ahí, oculto en el fondo de sus pupilas, encontré el valor que me faltaba.
Tragué saliva e inspiré hondo.
-          Yo… Mark, yo… Joder, ¡te quiero! – grité, a la vez que cerraba los ojos.
Oí como mi voz resonaba como un eco patético a mi alrededor, humillándome hasta un punto sin retorno. Sentí como las lágrimas empezaban a derramarse por mis mejillas y mi pulso acelerado parecía ser una señal inequívoca de mi vergüenza.
Gemí en voz baja, mientras el pánico se apoderaba de mí, y me solté de golpe de la mano de Mark, que aun me sujetaba. Y, para acabar mi espectáculo de patetismo, me eché a correr por la acera vacía, perdiendo ambos tacones por el camino.
No me detuve hasta que unas manos demasiado fuertes para ignorarlas tiraron de mí, obligándome a pararme apenas dos calles antes de que llegara a casa.
-          ¡Dakota! – exclamó Mark a mi espalda.
No me giré, porque no estaba preparada para ver la burla en sus ojos. No sería capaz de soportarlo, acabaría por destrozarme.
-          Mírame, Dakota.
-          No – mi voz se quebró de forma ridícula en esa única sílaba, mientras las lágrimas seguían corriendo descontroladas por mis mejillas.
-          Dakota – esta vez, su tono era un reclamo ineludible.
Me giré lentamente, con el corazón incrustado en la garganta y el terror recorriéndome el cuerpo, transportado por mis venas y arterias hasta cada célula. Mark estaba allí, con el pelo alborotado y sin la chaqueta de cuero. Me miraba con la cabeza ladeada, confuso.
-          Has dicho que… que me querías.
-          Sí, supongo que sí. Ya lo sé, soy patética. – Bajé la vista hasta el suelo, pero sus dedos me obligaron a levantarla para que no pudiera evitar el contacto entre nuestras miradas.
-          No eres patética, Dakota. Eres la mujer más increíble que he conocido nunca, la única capaz de abandonar sus tacones en la huida, tras desnudar su corazón. Y… yo también te quiero. Estoy plena e irrevocablemente enamorado de ti.
Parpadeé, atónita. Al igual que antes, boqueé sin ser capaz de decir ni una palabra, a lo que él me respondió con su sonrisa de seductor.
-          ¿Sabes? Te echaría de menos aunque no te conociera. Y, aunque hasta a mí me parece ridículo, estoy completamente loco por ti desde la primera vez que me clavaste las uñas en la espalda, la noche en la que nos conocimos. Y desde el momento en el que te apretaste contra mí en nuestro primer viaje en moto. Y, también, desde todos los instantes en los que pronunciaste mi nombre como una caricia al llegar al orgasmo.
-          ¿Cómo puedes quererme? – conseguí susurrar con voz quebrada, mientras continuaba llorando.
-          ¿Cómo podría no hacerlo? – replicó él con una sonrisa.
Abrí la boca para refutarlo ese argumento tan vago, pero él acalló mis palabras colocando un dedo sobre mis labios entreabiertos.
-          Basta de discusiones por hoy, cariño – me susurró el oído, justo en ese tono que me ponía todos y cada uno de los pelos del cuerpo de punta y me ocasionaba un escalofrío en la columna vertebral.
Antes de que pudiera responderle, Mark clavó sus pupilas en las mías, sin decir nada más. Y aquello me bastó, ese sencillo instante calmó mi atolondrado corazón. Y, allí, yo descalza y él perdido, nos fundimos en uno.

 Me he portado bien y la he subido "el viernes". Bueno, vale, es sábado, pero siempre hago trampas. No sé qué opinar, solo que me ha quedado bastante extenso (mis disculpas, Dakora tenía demasiado que sentir para poder contenerlo en unos pocos párrafos). Pero, bueno, supongo que ha quedado... aceptable, aunque con un matiz cursi para mi gusto.
Lo hecho, hecho está. La canción de hoy es She's a genius de Jet, que gusta muchísimo. Con esta entrada, de momento dejo las historias "largas", tanto la de Dakota y Mark como la de Arizia y Vic por un tiempo. A partir de ahora me centraré más en las cortas, porque creo que me expreso mejor en ellas, que transmito más en una historia que tiene un punto y final a una con continuación. Pero bueno, no descarto la posibilidad de una visita espontánea en cualquier momento, ¿quién sabe?
Espero que os haya gustado tanto como he disfrutado yo escribiéndolo.

6 comentarios:

  1. Buenísima la parte en la que Mark empezó a contar su vida,que no tenía antecedentes de alopecia...fue buenísimo,reí interiormente como creo que nunca había hecho.
    Cuando estaban en la acera y Dakota por fín lo confesó,tuve la sensación de que eso ya lo había leído por otro lado...no un hubo otra en la que Dakota también usó el vestido azul? Quizás no tiene nada que ver con estos dos....pero estoy segura de que ya lo he leído,en fin.
    Por cierto,¡¡te has delatado!! Mark ha admitido que estaba enamorado de ella desde que la vio! lo admite en el párrafo de : ¿Sabes? Te echaría de menos aunque no te conociera. Eso si que es indiscutible,aunque no dice " estaba enamorado de ti..." se sobreentiende que se refiere a la palabra "enamorar" no "gustar" ni semejantes.Dakota no estaba enamorada desde el principio,pero él sí. Y aquí se hace pedazos eso de "¿cómo se van a enamorar tan pronto?Es imposible" pues hoy lo has puesto,lo has admitido,aunque me parezca estúpido eso de enamorarse a la 1ª.
    Marta,Desirée,con todo esto quería decir que ¡yo tenía razón!
    PD. no ha sido extenso para nada,ha sido perfecto.Me ha llenado.
    También quería pedir perdón por extenderme tanto en los comentarios.

    ResponderEliminar
  2. ...Antes de contestar a Irene, tengo que decir que primero quería escribir mi comentario, pero cuando he comenzado a leer lo de el """""enamoramiento""""" digo uu... Aquí ya me ha tocado la fibra.
    Bien, Mrs Yui: primero, lo del vestido azul, al menos lo que yo entiendo, es el mismo, porque es la misma historia pero contada por Dakota, porque no recuerdo yo otro vestido, y si no...¿No le puede gustar el azul? Eh eh eh.
    Segundo y more important: ¡ES UNA FORMA DE HABLAR! Hubo química nada más, pero por favor, que el amor a primera vista no existe, mira que yo soy una cursi, aunque bueno será que hoy estoy apagada y no lo veo así, o también es por llevar la contraria un poco jajajaja. Anyway, creo que es una manera de expresar lo mucho que la quiere.

    En cuanto a la historia, me ha encantado, no me ha parecido larga, sino corta a medida que la iba leyendo. Totalmente fuera de bromas, aunque sabía - me imaginaba cuál sería el final porque si no ya iba a tu casa a partirte las piernas, tuve esa emoción, esa lagrimilla( sí, lagrimilla eh) que consiguen estas historias tan fantásticas de amoooooooorl.
    Y sí, ha sido un puntazo que Mark contase todo sin dejar que Kayla preguntase algo, y aún así la tía iba a hacer otra cueschion.
    Supongo que lo notarás por la extensión de mi comentario, que me ha encantado totalmente. Ha sido perfecto, de verdad.

    ResponderEliminar
  3. Me encanto poder ver ( Bueeeno leer) más de Mark , no se por que adoro tanto a estos dos <3 La historia no me ha parecido larga para nada.

    Perdon por que mi comentario no sea largo, pero tengo tres exámenes mañana y mi tiempo de descanso se acaba.

    Me gusto volver a leer sobre ellos enserio adoro demasiado a Dakota.

    ResponderEliminar
  4. A ver, Irene-chan!!!! Para zanjar esta cuestión de inmediato y ahorrarnos más discusiones futuras, te diré primero que nada que muchas veces (muchas) lo que opinan mis personajes y lo que opino yo no se corresponde. Puedo crear un persona que cree firmemente en que existen las hadas y yo no, o uno muy muy religioso, cuando yo apenas creo en Dios. Mark, en este caso, puede creer (que también es uan forma de hablar un pelín, que quiere decir que no se imagina su vida sin ella, que la cambió por completo) que sí existe el amor a primera vista. Él, no yo.
    Respecto a lo otro, es la misma historia, pero contada desde el punto de vista de Dakota :). Si se fijan bien, pueden ver que los diálogos son los mismos, palabra por palabra xD Copié y pegué.
    Lo de Kayla fue precisamente para añadirle ese toque de humor, para que no quedara todo empalagoso. Y sí es un poco extenso, son 4 páginas en Word. Normalmente, suelen ser 2 xDDD Pero me alegro que se les hayan hecho cortas, eso significa que se les ha hecho poco <33333333333333.
    ¡Muchas gracias a las 3! Por cosas como estas siento que escribir merece la pena, que estoy mejorando poco a poco y no tengo que dejar de intentarlo. Muchísimas gracias, sin ustedes este blog estaría muerto y marchito y yo también.

    ResponderEliminar
  5. Ah,ves,eso,en la historia,o sea,para Mark hay enamoramiento,yo nunca te he implicado en ello ni he entrado en la ideología de un homo sapiens sapiens no ficticio,yo siempre me refería a los personajes no a alguien real.Pero bueno,ya está claro,y ahora entiendo mejor a estos tortolitos.
    Domo.
    PD.No me imaginaba que Mark fuera arquitecto.

    ResponderEliminar
  6. Ni yo, yo pensaba que vivía a lo loco con su moto xDDDDDDD

    ResponderEliminar